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Carta a los Liberales colombianos
Por: Partido Liberal

 


2014-06-18

 

Encuentro Nacional Ideológico que prepare el Liberalismo del Siglo XXI

 

El partido Liberal es el único instrumento político capaz de garantizar la estabilidad nacional, la paz pública y la prosperidad de la patria. Gabriel Turbay Abinader

Ten fe en el pueblo.  Máxima Liberal.

 

Apreciados Copartidarios y amigos:

 

Sin ninguna pretensión y solo en mi calidad de Liberal raso, quiero hoy escribir estos renglones para llamar a la reflexión a todos mis copartidarios.

 

Estamos en la mitad del año 14 del siglo XXI, y el último gran encuentro ideológico del Partido Liberal Colombiano lo organizó en Sochagota-Boyacá el Dr. Hernando Agudelo Villa en septiembre de 1983, hace más de tres décadas. Era otro país y, sin embargo, no hemos vuelto a reunir a la colectividad para que nos diga cuál es su sueño, que esperan los colombianos del Liberalismo, no hemos remozado nuestro ideario, no hemos actualizado nuestras banderas.

 

El Liberalismo es esencialmente polémico, rechaza el dogmatismo, el caudillismo y la obediencia servil, este es un Partido sin dueños, el único dueño es el pueblo Liberal de Colombia, donde su misión básica es la defensa de las minorías; Liberalismo y democracia se confunden en la concepción formal del Estado y rechaza la imposición de la fuerza bruta.

 

La paz, hoy, como hace tres décadas, está sobre el tapete, sin que haya sido posible alcanzarla, pero este 15 de junio el pueblo se expresó en las urnas dándole un mandato claro al Presidente Santos, pero también diciéndole a la guerrilla que estamos aburridos de la guerra. Esa paz que se anhela tiene un punto de partida y un punto de llegada, la pronta y cumplida justicia, como punto básico para la etapa de postconflicto que se avecina.

 

Y, un paréntesis sobre la paz, hoy está de moda hablar mal del Frente Nacional, sin embargo, este experimento político ha sido, en toda nuestra historia, la única vez que hemos practicado los colombianos el perdón y el olvido, tan necesarios para cerrar las heridas que dejó el enfrentamiento fratricida.

 

La mística se perdió porque los Partidos políticos dejaron de interpretar los intereses de la mayoría. Se perdió porque hay gentes que hicieron de la política un negocio y no un servicio al ciudadano. Hoy, tres de cada cuatro colombianos no votan por los Partidos, convirtiéndose en un enorme peligro que llegue un aventurero y desbarate la democracia que tenemos. Porque al elector no se le plantean metas de largo alcance y de largo aliento, porque se cambió la participación democrática por la mecánica electoral.

 

El Liberalismo como concepto filosófico nació en el siglo XVII en la mente del ayudante de un político: John Locke que trabajaba para el parlamentario Anthony Ashley Cooper, 3er conde de Shaftesbury, con tres premisas básicas: Libertad, propiedad y seguridad.

 

Libertad en todos los órdenes solo regulados por la ley, producto de las mayorías en el Parlamento, lejos de la imposición de la iglesia o del Rey y la nobleza. Propiedad, no para el Estado, para el soberano o para unos pocos ricos, sino propiedad para todos, que fue el principio que practicaron los puritanos que llegados en el Mayflower, crearon a los Estados Unidos de Norteamérica. Y Seguridad para todos en su vida, honra y bienes, como una obligación de ese Estado que comenzaban a delinear, porque sin seguridad no puede haber libertad y se pierde la propiedad. De aquí, tomamos para nosotros el Liberalismo político, opuesto al absolutismo y al despotismo ilustrado, que se convierte en el fundamento doctrinal del gobierno representativo y de la democracia parlamentaria, un Liberalismo intelectual caracterizado por un espíritu de tolerancia y conciliación que se aparta del Liberalismo económico, base del neoliberalismo.

 

En el acta fundacional del Partido Liberal Colombiano, Ezequiel Rojas nos fijó unos principios que siguen vigentes y actuales: Que solo la ley disponga de la suerte de los ciudadanos y que ella sea la expresión de la voluntad del legislador y no del ejecutivo. Que la justicia sea imparcial, pronta y cumplida y que se organice un gobierno en beneficio de los gobernados.

 

Hoy la ciudadanía reclama con urgencia una reforma a la justicia; una reforma a la salud; el anunciado  fin de la reelección; una descentralización efectiva donde alcaldes y gobernadores para llevar progreso a sus regiones no tengan que pasar por arrodillarse ante el ejecutivo central; una reforma electoral que sea garantía para la democracia y modifique sustancialmente la circunscripción nacional del Senado, quizás con un sistema mixto; un estatuto de la oposición limpio y claro; y una reforma educativa de calidad, que es la única herramienta para salir del atraso. Temas sobre los cuales debe existir un derrotero Liberal definido que puede ser uno de los objetos de nuestro encuentro ideológico.

 

Pero también tenemos que definir el futuro a mediano plazo; el papel del intervencionismo estatal; el órgano Liberal por excelencia es el parlamento que debe prevalecer sobre el ejecutivo y por ello debemos estudiar la viabilidad de pasar a un régimen parlamentario; mirar si los departamentos tienen o no una función útil o son unos meros intermediarios ineficientes y costosos; el control a la carestía de la vida. Un esquema económico simple que nos acerque al ciudadano de a pie.

 

Debemos decir con Treitschke ¿dónde están los verdaderos Liberales?, tenemos que definir el papel de los Centros de estudios Liberales y su aporte a la consolidación y modernización de nuestra doctrina. Redefinir el papel de nuestra colectividad frente a los sindicatos, las cooperativas, los intelectuales, la universidad, la calidad de la educación, la minería y el medio ambiente, la globalización y los TLC ¿cómo se expresan y participan las minorías al interior del Liberalismo?

 

¿Cómo vamos a combatir el cáncer de la corrupción?, este es un tema fundamental para el progreso nacional que debe ser asumido con decisión y valentía.

 

Hagamos un gran congreso ideológico, discutamos, sin ismos, sin jerarquías, sin falsas vanidades, con sentido desprevenido, sin límite de temas, con absoluta igualdad de género, dándole participación, como decía López Pumarejo, a todas esas audacias menores de treinta años, con espíritu Liberal y con el único ánimo de señalarle al Liberalismo su camino para los próximos veinte años, donde solo tengan opción las ideas. Esta es mi invitación, porque, como decía en el siglo XIX Joaquín Tamayo: "Un Partido político sin programa, no es Partido ni es nada".

Un abrazo para todos.

 

RODRIGO LLANO ISAZA

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